El Seattle Freeze.

Primera semana, primer año: todo da miedo, todo es emocionante. Estás tratando de encontrar más actividades y diversión, conocer a la mayor cantidad de personas posible, hacer nuevos amigos. Todos lo están, así que el ambiente es excelente. Sonrisas, risas, saludos, tal vez hasta intercambio de números telefónicos y un acuerdo para encontrarse por un café, por supuesto!

Pero avanza a unas semanas más adelantes y no hay mensajes. No hay llamadas. Silencio.

Es como cuando te preguntan, “¿Qué tal?¿Cómo vas?” excepto que no están realmente preguntando. Sólo es como un saludo.

Eso es el Seattle Freeze.

La primera vez que escuché este término pensé que era ridículo, pero pronto comencé a entenderlo.

Este es el punto—todos hablan acerca del Seattle Freeze como un fenómeno por el cual los residentes de Seattle son agradables, pero no están realmente interesados en tener ningún tipo de relación contigo. Agradables, pero a la distancia. O, generalmente, implica que las personas tienen su propio grupo de amigos y es difícil ser incluido en esto cuando ya se ha formado y establecido. Pero, confíen en mí, no es tan malo como suena.

En mi experiencia, quejarme del Seattle Freeze resultó ser una forma de conectarme con otras personas que también eran nuevas en Seattle. También resultó ser un buen inicio para una conversación con gente de dentro y fuera de la ciudad. Como máximo, me obligó a salir de mi confort zone, mi comodidad, porque pensé que mientras más esperaba a que solo me lleguen las nuevas amistades mágicamente, menos oportunidades tenía de ser incluida en esos círculos que ya se estaban formando. Recordando estos tiempos, me doy cuenta de que en realidad me motivó a poner más esfuerzo, contactar a la otra persona primero en vez de esperar, e intercambiar conocimientos de cómo sucedían las primeras interacciones en mi propia cultura. Me hizo involucrarme en clubes, eventos, y encontrar a otras personas que se sentían similar a mí.

Creo que es fácil quejarse del Seattle Freeze pero la verdad es que cada ciudad tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Es raro al principio porque no estás acostumbrado, pero como todo, te adaptas. Quién sabe—con sonrisas, gente agradable, y poco compromiso u obligación para reencuentros, tal vez hasta te llegue a gustar.   

Wendy es una estudiante internacional de Ecuador a punto de graduarse de Seattle University con dos carreras, Escritura Creativa y Teatro. Wendy está emocionada de poder compartir algunas de sus historias sobre lo que ha aprendido en su tiempo en Estados Unidos!